La Dra. Emmi Pikler, Pediatra, nació en Viena en 1.902 y murió en Budapest en 1.984.
Tuvo una formación intensa y al finalizar la Segunda Guerra Mundial fue encargada de dirigir un hogar infantil para niños huérfanos a causa de la guerra. Se llamó Lóczy, un lugar valorado por la O.M.S. como una institución que educaba a niños que no presentaron secuelas asociadas al hecho de haber estado institucionalizados.
A partir de esta experiencia desarrolló una rigurosa investigación sobre el desarrollo postural autónomo, y una práctica innovadora a partir de la formación de las cuidadoras y de la organización de los espacios y los tiempos del instituto.
La clave de esta práctica reside en la siguiente pregunta:
¿El niño es un “objeto” de cuidado o un “sujeto de acción”?
Principios fundamentales de esta forma de acompañamiento del desarrollo infantil:
Seguridad afectiva
En los momentos de atención individual, como la alimentación y el cambiado se desarrolla una interacción cotidiana, en donde la calidad de ese intercambio genera dicha seguridad.
Desarrollo postural autónomo
Está basado en la maduración biológica y en la forma en que el sujeto va construyendo su experiencia en relación a un otro, al espacio, a los objetos, etc. Y de manera autónoma.
¿Qué lugar ocupa la iniciativa del niño?
Emmi Pikler descubrió que desde muy pequeño el niño “se construye” durante el ejercicio de su actividad autónoma. Por ello los primeros 3 años de vida son fundamentales en el desarrollo humano.
Al desarrollarse el niño va de la “dispersión, fragmentación” hacia la “unidad y continuidad de sí”, adquiriendo competencias que lo hacen progresar del predominio de la “dependencia” al predominio de la “autonomía”.
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