Taller de apoyo a la Práctica Profesional

El lunes 7 de octubre se realizó un Taller de apoyo a la Práctica Profesional. El siguiente texto fue escrito por Leticia Molina para ser leído como una de las instancias de reflexión y diálogo.                     

El cuidado del otro en el cuidado de sí 

   
 Sócrates pronunció la sentencia “Conócete a ti mismo”.  En ese “conócete a ti mismo”, el filósofo, como el resto de los pensadores pertenecientes a la antigua cultura griega, entendió la necesidad de que el ser humano se acerque a sí mismo para comprender-se, cuidar-se, atender-se. Esto es, cuidar el cuerpo y el alma, su salud, su fortaleza, su dignidad, a través de ejercicios físicos, la alimentación y la sexualidad; y a través de ejercicios espirituales e intelectuales, con reflexión, diálogo, y conocimiento de las cosas. Todo ello se consideraba necesario para discernir bien, tomar  decisiones  razonables, en definitiva para actuar y vivir bien. Quien lograra esto, estaría en condiciones de atender y cuidar de los otros. A su vez, la mirada sobre uno mismo es viable cuando uno mira al otro, yo me descubro en la medida en que descubro al otro; de modo que estamos ante una relación dialéctica, en un movimiento interactivo permanente. 
 
 Ahora bien, la tradición cultural europea modificó el sentido cabal de la proclama. Durante la Edad Media, la atención de uno mismo se transformó en la renuncia de sí, porque se instaló la creencia de que el cuidado del ser humano forma parte del amparo divino. Prevaleció la idea de renuncia de sí, la mirada está dirigida a Dios, al cielo, a la salvación  eterna. La preocupación por la vida en la tierra debía quedar subordinada a la preocupación por  lo que vendría después de la muerte;  para ello, había que practicar el olvido de uno mismo.

Con el advenimiento de la Modernidad, crece la fe cada vez mayor en la ciencia, fe que cada día fue más intensa. Ese “conócete” se transformó en la investigación de capacidades, aptitudes, destrezas, intereses, etc, tratando de conocer objetivamente esas diferentes dimensiones del ser humano. Sin embargo, en el transcurso de los años, la historia demuestra que el conocimiento de aspectos parciales del ser humano,  no trae aparejado  aquello que los griegos buscaban. Por el contrario, hoy cada sujeto es un extraño para sí, está alejado de sí mismo, con frecuencia cosificado; y eso torna difícil el cuidado. 

   
 El cuidado de uno mismo es imprescindible no sólo para atender las propias necesidades, sino porque sólo cuando uno se ocupa de uno mismo en cuerpo y alma,  atiende a la propia persona; sólo así, es posible cuidar al otro. Si yo siento respeto por mi mismo/a, respeto al otro; si tengo aprecio por mí, podré apreciar al otro.

                                                                                                Leticia Molina.

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