Acto de Colación 2015

El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que el educador humilde y abierto se encuentre permanentemente disponible para repensar lo pensado, revisar sus posiciones; en que busca involucrarse con la curiosidad del alumno y los diferentes caminos y senderos que ella lo hace recorrer”, Paulo Freire.
 
El día 25 de setiembre se llevó a cabo el acto de colación de Grado 2015. La Profesora LETICIA MOLINA fue la encargada de las palabras de despedida.
   

El ejercicio de la docencia nos enfrenta con desafíos, ilusiones, temores…. Tenemos la posibilidad de vivir exquisitas experiencias, a veces experiencias sublimes; son instantes únicos que es bueno conservar presentes en la imaginación y la memoria para que ello nos de la fortaleza necesaria para abordar los momentos difíciles… duros.

Ustedes tendrán muchas oportunidades para corroborar que las instituciones atraviesan contradicciones difíciles; contradicciones  que dañan el clima de convivencia, dañan la estabilidad emocional – requisito básico en la reunión de condiciones propicias para enseñar y aprender- dañan las esperanzas en un futuro diferente.

Mi intención aquí,  no es agregar más palabras o conceptos que circulan en una profusión inagotable. Yo quisiera transmitir la importancia de armarse de cierto nivel de vigor y coraje indispensables para llevar adelante la tarea con compromiso – que no tiene por qué disociarse del placer- , con disciplina – que no tiene por qué distanciarse de la alegría-. Para que esto sea posible, es necesario darse un espacio para la reflexión… yo diría… cotidiana, diaria. Se habla mucho del diálogo, del intercambio y sí, la autorreflexión no acaece sin interacción. Pero hay una instancia propia única….es el momento de quedarnos solos con nosotros mismos y rememorar, revisar, valorar, discernir. ¿Qué hice?, ¿Cómo lo hice? ¿Qué vi en el rostro de mis alumnos, en sus ganas y en su desgano? ¿Qué atisbo en su bronca o en su euforia, o en su silencio, o en su rechazo o en su buena predisposición?  Cuando nos damos ese breve lapso de tiempo una vez al día, a su vez, tendremos que tratar de atisbar qué pasa en nosotros. ¿Por qué dije lo que dije? ¿Por qué hice lo que hice, omití tal o cual palabra, decisión, contenido o estrategia de aprendizaje?

En esa instancia de autorreflexión, tenemos que aprender a ver qué practicas son llevadas a cabo obedeciendo directivas, sugerencias u órdenes que,  frecuentemente, son arbitrarias, dictámenes que se imponen sólo para obligar a recordar dónde está la autoridad institucional, familiar, política, religiosa, económica, cultural.

 Habrá que aprender a discernir lo que es bueno acatar y lo que no es beneficioso desde el punto de vista de la formación, como son aquellas cuestiones que proceden del ejercicio del poder cuya meta es la defensa de exclusivos intereses personales o corporativos. Y como tantas veces dije en las clases de Antropología, Formación EyC y Filosofía,  estas cosas no tienen respuestas pre-diseñadas, y se resuelven por la vía de la reflexión previa, intrasubjetiva y dialógica;   armándose del coraje necesario para tomar las  decisiones que vemos  más adecuadas.

Esta tarea hoy se torna más compleja porque nuestra subjetividad se ve asediada por agentes externos, impersonales  portadores de recursos tecnológicos, que como siempre cumplen funciones útiles, pero también invaden y perturban nuestra capacidad de pensar. Los medios tecnológicos,  por un lado  nos facilitan muchas actividades, pero la de pensar suele aletargarse, por lo que hay que redoblar los esfuerzos.

Desde mi experiencia personal, que atraviesa todos los niveles del sistema educativo, puedo asegurarles que vale la pena recorrer el camino de la docencia. Como dije al inicio, habrá momentos que yo llamo “sublimes” que siempre los acompañarán en la ilusión de volver a vivirlos. Pero debemos tener firmeza para mantener coherencia en nuestras convicciones, y así  alcanzar mayores dosis de autonomía en nuestro quehacer diario.

 Muchos  alumnos del nivel primario y secundario se alejan del estudio, pierden entusiasmo; pero todos tienen y esperan ver en sus  profesores/as coherencia en sus actitudes y en la elaboración de sus ideas. Detectan rápidamente el déficit en los conocimientos, las contradicciones, el abuso de poder y todo lo que los daña dentro de la escuela. Sin embargo también reconocen y demuestran agradecimiento, respeto y efecto cuando ven lo contrario.  

 Por último, no teman  al error, ni en sí mismos ni en sus alumnos/as. Atrévanse a experimentar, a ensayar, a reconocer  la falla y decir: “me equivoqué”, como asimismo a subrayar lo que salió muy bien. Y en la misma medida permitirlo en ellos. Ese es el camino del aprendizaje. Muchas gracias.  

   
   

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