Disertación

La potencialidad del enfoque marxista para pensarnos.
La Argentina de los últimos años según Carmelo Cortese
           
En estos meses de definiciones políticas el Terciario pudo disfrutar de la disertación de un intelectual de “altura”, por su reconocimiento indiscutido en la academia como docente e investigador y por su trayectoria militante y comprometida con las ideas que abraza y defiende.
 

Frente a un foro que se propone discutir sobre qué país queremos entre jóvenes y futuros docentes, Cortese nos plantea poner en análisis esta dicotomía entre dos modelos de país: uno representado por el kirchnerismo y otro representado por grupos cercanos a la oposición macrista fundamentalmente. ¿Pero es tan simple la cuestión? ¿No existe nada más allá (más a la izquierda)  del kirchnerismo? ¿Se trata de continuidad o vuelta atrás sin más? ¿Es adecuado cerrar el horizonte de posibilidades entre estos dos modelos? En su presentación argumentó en favor de la postura que sostiene que sì hay una tercera posibilidad que responde a la realización de una sociedad en camino hacia el socialismo.

Como buen intelectual y docente empezó por explicitar su posición ideológica afín al marxismo. Posición que sintéticamente entiende que la sociedad es una totalidad compleja, compuesta por una multiplicidad de dimensiones que no pueden entenderse desarticuladas entre sí y que el hecho social es a su vez dinámico y está en constante movimiento a causa de la contradicción de clases. El conflicto es constitutivo de la vida social.

Advertimos que hablar de cambio de modelos desde esta mirada aspira a algo más que cambiar el grupo dirigente en el gobierno entendiéndolo como una simple alternancia entre fuerzas políticas. El capitalismo ha utilizado desde el esquema del Mundo Bipolar la polarización entre el mundo capitalista, democrático y afecto a la libertad y el mundo socialista, totalitario y que anula la voluntad individual. Desde la caída del Muro de Berlín el horizonte socialista desapareció de la escena.

En su presentación refresca y da sentido a los hechos que se sucedieron en la Argentina a partir de finales de la década del 90 y principios de 2000. Crisis económica y social que deriva en una crisis de hegemonía, en la cual los que nos gobiernan no pueden seguir gobernando y los que están abajo no pueden seguir soportando sus condiciones de existencia. La rebelión popular de 2001 puso de manifiesto un hecho central para el resto del análisis: “el pueblo argentino cuando ya no soporta más se pone de pie y es capaz de voltear un Gobierno”. En este caso se logró la renuncia del Presidente de la Rúa pero luego, él, el pueblo, no logró imponer un gobierno surgido del proceso de movilización popular.

El kirchnerismo se fundó en una serie de decisiones iniciadas por el gobierno de Duhalde que cumplieron con el sector empresario (la devaluación) y con el sector popular (el Plan Jefas/es de Hogar). Sobre esa base y con una lucidez política atenta al escenario, el kirchnerismo  sumando una serie de actos simbólicos pudo generar una base de sustentación asentada en la diferenciación del menemismo y del proyecto neoliberal. Sin desconocer que este “proyecto” generó mejoras en los sectores populares, Cortese planteó que a la vez sostuvo líneas estructurales de la política económica en materia minera, petrolífera, exportaciones, bancaria, sojero, que expresan claras continuidades con el menemismo.

Entonces, ¿es el kirchnerismo un nuevo modelo, un modelo distinto del anterior con el que pretende romper?, o ¿es un modelo que dentro del mismo esquema económico logró reacomodar fuerzas pero favoreciendo a los mismos sectores? Algunos datos harían pensar que los temas estructurales no han cambiado. Seguimos con un porcentaje alto de trabajo no registrado, alrededor del 38% y un millón y medio de familias que reciben la Asignación Universal, monto igual al de las que recibían el Plan Jefes hace más de 10 años. A la vez el sostenimiento de estos logros y derechos se hace sobre los trabajadores que pagan ganancias, y que hacen sus aportes a la ANSES.

Realmente, cambiar de modelo implicaría avanzar sobre los sectores económicos concentrados y producir  transformaciones estructurales a través de medidas como la reforma agraria, la intervención del Estado en la regulación de las exportaciones y en la actividad económica extractivista, entre otras. Es legítimo entonces pensar que hay un modelo desde la izquierda y los sectores populares, que de verdad aspire a producir las transformaciones sociales que las mayorías necesitan. No se trata de volver atrás pero tampoco el regreso al  infierno es la única alternativa al modelo actual.

 
Imágenes de la disertación:
 
Prof. Susana Schneemann
 

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